¿Cómo son tus curvas?



La forma natural de la espalda es curvada. 
Las vértebras se apilan una encima de otra pero no en una verticalidad perfecta, sino que forman una columna curva para asegurar su funcionalidad en la posición de pie sin perder el equilibrio, hacerla más flexible y permitir el movimiento.


Las curvas con la convexidad hacia delante se llaman lordosis y están en la zona cervical y lumbar, que tienen esa forma para que sean más móviles.

En cambio, las curvas con la convexidad hacia atrás son las cifosis y están en la zona dorsal y sacra.  Estas zonas albergan órganos vitales, y la curva de la columna ayuda a protegerlos: el corazón y pulmón están protegidos por la cifosis dorsal, que junto a las costillas forman la caja torácica; y los órganos pélvicos están protegidos por la cifosis del sacro y cóccix, que junto con los iliacos forman la cintura pélvica.

Aparte de facilitar el movimiento, el hecho de que la columna sea curvada hace que sea más resistente a las cargas que si fuera una columna recta, ya que las curvas le dan flexibilidad. Además, si se aplica una presión muy fuerte sobre la columna, las curvas pueden acentuarse transitoriamente, amortiguando la presión que sufren las vértebras. 

En posteriores entradas os contaremos qué ocurre cuando esas curvas se acentúan de manera permanente o se inclinan hacia los lados provocando una escoliosis.



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